¿Por qué la clase media es castigada impositivamente?

 

Por José Maximiliano Marcantoni (*)

Enero de 2018.

Argentina es uno de los países con mayor presión impositiva en el mundo y tiene una sobretasa impositiva promedio respecto a la región del 7%. Adicionalmente en el sistema impositivo argentino tenemos muchos impuestos distorsivos, como por ejemplo del de Ingresos Brutos. Esto sin tener en cuenta un Estado ineficiente, que hambriento de fondos para financiar esas ineficiencias fue aumentando cada vez más su necesidad de recaudación.

            Esta situación de afecta a algunos más que a otros y la solución para la mayoría de los gobiernos siempre termina siendo atentar contra los ingresos de la clase media, conjuntamente con un mayor o menor grado de imposición en los sectores empresarios. Esto se debe a que los sectores sociales bajos son los que necesitan ayuda del Estado, y por otra parte, aunque se les quisiera cobrar impuestos, tampoco tendrían recursos para afrontarlos. Sin embargo, es necesario aclarar que los sectores de bajos recursos son muy impactados por los impuestos al consumo (por ejemplo el IVA) y el impuesto inflacionario, ya que todo su ingreso va al consumo de bienes y servicios.

En contraposición, las clases altas son las que detentan el poder económico. Pueden pagar abogados, contadores, asesores y reorganizar su patrimonio (o declaraciones juradas de ingresos) para reducir su carga impositiva, con lo cual los impuestos totales respecto a su ingreso terminan siendo en términos porcentuales comparativamente menores que los de alguien de clase media.

Entre unos y otros, está la clase media, que recibe de los sectores de bienes y servicios toda la carga impositiva que se fue trasladando –e incrementando- a lo largo de la cadena de producción, sin posibilidad de poder trasladársela a nadie. A su vez los asalariados en relación de dependencia no pueden escaparse del denominado “impuesto a las ganancias”, que por su peso relativo en la recaudación total  implicaría para el fisco la eliminación de una fuente importante de recursos en medio de la codicia recaudatoria.

El ingreso disponible de una familia se ve impactado en forma directa por los impuestos. En consecuencia las distorsiones impositivas afectan los niveles de ahorro, gasto, inversión y consumo, con el correspondiente corolario en la economía. Al aumentar la carga impositiva, se reduce la capacidad de ahorro, inversión y consumo de las familias. No hay que olvidar tampoco que el impuesto inflacionario agrega un desafío adicional a lo antes mencionado.

En medio de este contexto, será más importante que nunca para las familias argentinas administrar las finanzas familiares de la mejor forma posible, cuidando el nivel de gastos y tratando de generar ahorro.

            Se está yendo actualmente por el camino correcto, es decir eficientizar la gestión y utilización de recursos por parte del Estado, a pesar de lo cual encontrar la salida al “laberinto impositivo” es un tema pendiente. Por otra parte se espera que la reducción de impuestos / cargas sociales a las empresas fomente la inversión al aumentar la rentabilidad de los sectores beneficiados, y, en consecuencia genere más empleo con crecimiento sostenible propulsado por un círculo virtuoso de inversión – crecimiento – rentabilidad. Discutible.

(*) José Maximiliano Marcantoni es Magister en Dirección de Empresas (MBA) de UADE, licenciado en administración (UBA), convencido de la economía como herramienta resolutiva, consultor empresarial de QCC Consultores.