ARGENTINA EMERGENTE

 

Por José Maximiliano Marcantoni (*)

Junio de 2018

            Mucho se especulaba y se conversaba acerca de la posibilidad de que nuestro país fuera promovido de la categoría de “país de frontera” a “país emergente” según las clasificadoras de riesgo de mercado. En función de esto, para muchos un horizonte nuevo lleno de oportunidades se abriría. Para otros no es de esa manera.

            El hecho es que el 20 de Junio Argentina fue clasificada por MSCI como país emergente al elevar su nota anterior, según la cual era país “de frontera”. Es indiscutible que es una buena noticia en medio de tanto negativismo.

Sin embargo, cabe analizar si se trata de una buena noticia para el país o solamente para “el mercado” (el mercado de valores argentino y la bolsa de comercio de buenos aires). Desde mi punto de vista estamos más frente a la segunda opción que la primera, lo que implica que en mi opinión es una buena noticia para “el mercado” aunque ello no necesariamente implica que es una excelente novedad para el país.

            Desmenuzando la información y también parte de la historia económica reciente, vemos que existen países como Grecia –que aún atraviesa dificultades para lograr un despegue económico definitivo- que está dentro del grupo de los países emergentes.  Hay varios casos más categorizados como emergentes, que más que ser “emergentes económicamente”, aún persisten “sumergidos” en crisis con diversos grados de gravedad.

Argentina fue nombrada “emergente” principalmente por haber eliminado las trabas al libre flujo de capitales. Eso significa, básicamente, que un inversor extranjero puede invertir en el país sin encontrar mayores obstáculos tanto para el ingreso de sus divisas al país para efectuar las inversiones como para la salida de divisas al momento de girar utilidades, repatriar fondos, desinvertir, o directamente cancelar totalmente la inversión por el motivo que sea. Para el mercado esto es sumamente positivo ya que  se espera un ingreso aproximado de 5.000 millones de dólares. A su vez, esto traerá algo de alivio a las ya erosionadas reservas de libre disponibilidad con que cuenta el Banco Central (BCRA), permitiendo también menor presión sobre el tipo de cambio, menor urgencia para tomar nuevos préstamos en el exterior y mayor previsibilidad.

            Aunque nadie lo dice abiertamente, poco de esto irá a la economía real ya que en su mayoría serán destinados directamente a inversiones en activos cotizantes en la bolsa de valores de Buenos Aires y otras de nuestro país. Es decir, que llegará un momento –al igual que sucedió con las LEBACS- donde esos inversores que aportaron 5.000 millones de dólares, querrán llevarse ese mismo monto más las ganancias correspondientes para lo cual es necesario tener una economía cuya balanza comercial genere los dólares necesarios. Vale decir que en el mediano plazo saldrán más dólares de los que están ingresando y esa ecuación sólo nos resulta conveniente como país si dichas inversiones van a la economía real y específicamente a sectores exportadores que luego generarán los dólares necesarios para cubrir las necesidades de giro de utilidades al exterior, desinversión, etc. por parte de los inversores extranjeros.

Los del “mercado” discutirían mi punto de vista, seguramente diciendo que al ir al “mercado” ese dinero terminará financiando a PyMes y otras empresas que lo necesitan, a un costo “más barato” que el financiamiento bancario. Pregunto: ¿Pasó eso con las LEBACS? (Obviamente no) ¿Había otras opciones de inversión para el inversor extranjero que efectivamente sí irían a financiar empresas argentinas pero que por su relación retorno-riego ningún inversor extranjero quiso tomar? (Sí había, las obligaciones negociablespor ejemplo) ¿Cuántos de los dólares que ingresaron fueron a la economía real? (aproximadamente 1 de cada 3) ¿Cuántos dólares entraron y cuántos salieron? (Difícil establecer el número exacto, pero entraron dólares y salieron “dólares más intereses altísimos”, es decir, hubo más salida que entrada de divisas por parte de los inversores.

            No estoy a favor del intervencionismo excesivo del Estado, pero está claro en que hay ocasiones en que si el Estado no está presente para regular el destino de las inversiones, deja al país desnudo ante la ambición de los movimientos de capitales internacionales. Así es el juego de la economía global pero necesitamos que el Estado se levante como árbitro local para que la inversión sea direccionada hacia donde debe ir: para el beneficio de todos los argentinos mediante inversiones en la economía real.

(*) José Maximiliano Marcantoni es Magister en Dirección de Empresas (MBA) de UADE, licenciado en administración (UBA), convencido de la economía como herramienta resolutiva, consultor empresarial de QCC Consultores.