La esperanza del sector empresario

 

Por José Maximiliano Marcantoni (*)

Marzo de 2018.

Diversos trabajos académicos sostienen que las expectativas del sector empresario de cualquier país inciden en el crecimiento, la evolución de la inversión y el nivel de empleo. Toda decisión económica tomada con profesionalismo descansa en lo que se espera acerca de aquellas variables que de forma más significativa afectan o condicionan el resultado de esa decisión. Las expectativas respecto al futuro, inciden claramente en las decisiones a todo nivel: individuos, empresas, sector público en sus distintos niveles.

Durante los últimos años quedó en evidencia el rol del Estado (tanto por su presencia como por su ausencia) en la economía, situación mencionada durante los últimos meses varias veces por gremios de los distintos sectores, denotando una permanente preocupación por la falta de impulso a algunos rubros con su consecuencia en el empleo. También los empresarios, generalmente por intermedio de las distintas cámaras que los agrupan han expuesto las problemáticas que les aquejan. Dicho de otro modo, expresaron sus expectativas respecto a la evolución de variables económicas.

Por parte del empresariado, se esperaba luego de un 2016 bastante ácido en términos económicos señales claras de reactivación en 2017 –habiendo pasado lo peor del ajuste y sinceramiento de variables económicas- pero por el contrario, la expectativa no fue cumplida. Tampoco se sabe a ciencia cierta si las promesas de inversiones que supuestamente se tenían que efectivizar el año pasado, fueron efectivizadas. El 2017 fue avanzando y decantado el primer semestre, la expectativa era la recuperación en el segundo semestre, situación que sólo se observó sobre todo en el último trimestre, aunque liderada en gran parte por el impulso que aportó el Estado mediante la reactivación de la obra pública. También hubo repunte en la construcción, asociada al crecimiento de los créditos hipotecarios.

Esa esperanza empresaria, estaba sustentada a grandes rasgos en la expectativa de reducción de inflación, recupero del consumo (y aumento de ventas) y mejora de la previsibilidad como medio para realizar nuevasinversiones. El gobierno a su vez esperaba un aumento del nivel de inversión local como también la llegada de grandes volúmenes de inversiones extranjeras. Esto motorizaría la economía en todos los niveles.

En cualquier decisión de inversión hay que tener en cuenta los precios actuales de los factores productivos y su previsible evolución en el futuro (expectativas de costos), los precios de venta de los productos fabricados –o servicios vendidos- en función de la política comercial seguida por los competidores (expectativas de ingresos), así como el costo del financiamiento corporativo durante el tiempo de vida de la inversión (expectativas de tasas de interés). Todo ello permitiría al empresario calcular los beneficios esperados de la inversión (expectativas de retorno de la inversión) y el tiempo de repago de la misma.

Ahora bien, analizando los datos vemos lo siguiente:

·        Costos: aumentaron, en general más que la inflación dado que la mayoría de los sectores productivos no pudieron trasladar la totalidad de aumento de costos a precios. Léase: perdieron rentabilidad para que no mermara tanto su nivel de ventas.

·        Ingresos o precio de venta: sólo los sectores monopólicos, oligopólicos o con alguna regulación específica lograron incrementar sus precios más que la inflación anual.

·        Tasas de interés: la tasa de interés se aceleró sobre todo durante el último trimestre ante la reducción de cupos a tasa regulada por el gobierno (línea de inversión productiva del BCRA), y el incremento de tasas en el sistema financiero. El aumento de tasa de interés encarece el financiamiento y reduce la rentabilidad empresarial.

·        Retorno de la inversión: como se comentará antes, la mayoría de los sectores sólo lograron sobrevivir (en vez de prosperar), al obtener rentabilidades muy cercanas a la inflación anual, sólo unos pocos prosperaron (por ejemplo, electricidad, petróleo y gas, construcción) y una gran parte (por ejemplo, textil y calzado) vieron reducido el retorno de su inversión y rentabilidad.

En cuanto al rumbo económico trazado para 2018, se vio plasmada en una encuesta reciente, --citada en mi artículo anterior- que la expectativa es negativa en cuanto al presente año.

Esta semana, salió un informe de un relevamiento de Enero 2018 donde se observa que aunque la industria creció en dicho mes, la expectativa de inversión descendió un 9%. Ergo, se espera un panorama desafiante.

La expectativa del empresariado, es respecto al presente año “capear el temporal” y esperar que las cosas mejoren. Sucede que esa mejora no vendrá mágicamente sino que debemos encontrar las soluciones que mejoren no sólo las expectativas del conjunto de la sociedad y los sectores involucrados, sino también nuestra realidad presente. Para esto último, tal vez necesitemos más paciencia.

(*) José Maximiliano Marcantoni es Magister en Dirección de Empresas (MBA) de UADE, licenciado en administración (UBA), convencido de la economía como herramienta resolutiva, consultor empresarial de QCC Consultores.