Existe una posible salida al dilema económico LEBACS-dólar?

 

Por José Maximiliano Marcantoni (*)

Mayo de 2018.

            Ante la incertidumbre, para muchos el panorama es totalmente sombrío, no hay alternativas y pareciera que todo se hunde sin poder uno hacer más nada que ser un simple observador. Esta visión es la que corresponde a una víctima.

Este mito –como la mayoría- no es impenetrable, sino que como dice la frase, “en toda crisis hay una oportunidad” y en este caso nuestra oportunidad como argentinos es la de retomar una senda de crecimiento a largo plazo. Esta visión –más optimista y con la cual concuerdo- es la del protagonista, que dadas unas ciertas circunstancias puede accionar para cambiarlas y cambiar su futuro. Desde luego, siempre hay un costo que pagar, ya que el crecimiento no es gratuito. Desafortunadamente, los errores que se hayan cometido implican costos que la sociedad en su conjunto deberá afrontar para poder salir del empantanamiento económico.

            La buena noticia es que hay varias salidas posibles. Mi deseo es que pasemos de ser víctimas a protagonistas de nuestro destino, encontrando esas salidas donde parecería no haberlas.

En este artículo me atrevo a proponer lo que desde mi punto de vista sondos de los problemas de corto plazo que en caso de no ser resueltos favorablemente traerán aún más situaciones desagradables a futuro: las LEBACS y el nivel de reservas del BCRA. Por el contrario, de ser resueltos, son la base para protagonizar un futuro mejor.

Ambos ítems están relacionados entre sí, lo cual pudimos ver en las últimas semanas cuando inversores extranjeros desarmaron posiciones (vendieron) en LEBACS, compraron dólares y repatriaron fondos a sus países de origen o los dirigieron a otras inversiones en el mercado mundial, antes de que fuera impuesto el gravamen sobre la renta financiera a ese bono en manos de inversores del exterior. Esto generó una importante sangría de divisas del BCRA, que hizo lo posible por contener el precio del dólar (pero no fue suficiente). Aún quedan el equivalente a USD 1.000 millones de LEBACS en manos de inversores extranjeros, lo cual vaticina futuras pérdidas de dólares por mismo importe en las arcas del BCRA. A eso hay que sumar las compras de particulares y de los otros tenedores de LEBACS (en su mayoría fondos e inversores nacionales) que también podrían liquidar posiciones y comprar dólares ante la incertidumbre reinante.

            Algunos economistas han propuesto canjear las LEBAS por un nuevo bono a emitir a 10 años, lo que equivale a decir, canjear deuda de corto plazo (ya que el plazo de las LEBACS es corto) por deuda de largo plazo, mejorando el perfil de deuda del país, reduciendo riesgo y al mismo tiempo quitando presión sobre las reservas del BCRA, ya que los dólares no saldrían “todos a la vez” al vencer las LEBACS sino que las compras de dólares serían paulatinas (ya que habría bonos de largo plazo, que diferirían esas compras en el tiempo). El correlato de esto sería una pérdida de confianza total por parte de inversores tanto especulativos (lo que no nos preocuparía) como genuinos (estos son los que quisiéramos mantener e incrementar).

            Para aportar confianza y sustentabilidad es necesario “dar vuelta” la balanza comercial generando más exportaciones que importaciones y salidas de divisas por otros rubros (por ejemplo, giros de dividendos de empresas, o pago de deudas por parte del Estado).

            Uno de los mayores inconvenientes a sortear reside en la capacidad del país para generar excedentes de dólares que permitan incrementar las reservas del BCRA al tiempo que se cumple con los pagos de préstamos contraídos en esa moneda en el exterior. En la resolución de este problema y en el achicamiento del déficit primario, están a mi entender las dos bases para el futuro crecimiento.

Para incrementar las reservas, adoptar un modelo exportador de productos industrializados de origen agropecuario, podría ser una solución viable y sustentable en el tiempo. Argentina está entre los 5 principales países en el mundo en tecnología agroindustrial (maquinarias agrícolas), es el primer productor mundial de limón, está entre los más importantes también en soja  y maní. Aprovechar nuestras amplias extensiones de tierra y nuestra capacidad tecnológica nos posicionaría en una posición competitiva de ventaja respecto a otros países que no tienen ni lo uno, ni lo otro. Desde luego esto no implica dejar de lado otros sectores productivos, pero sí establecer un plan de largo plazo apuntando a la producción de algo (los productos agroindustriales) donde podemos competir en los mercados mundiales, generando divisas genuinas y sustentabilidad en el tiempo. Por ejemplo: biodiesel, bioetanol y otros combustibles de origen agropecuario. Otra área también sería la de energías renovables, donde podríamos aprovechar las extensiones de la Patagonia para generar energía solar o eólica y exportarla.

Será necesario también controlar con ojo crítico las importaciones, discriminando entre las importaciones que traerán crecimiento (por ejemplo, energía, bienes de capital) y las que no, para lo cual es menester implementar políticas arancelarias en ese sentido.

            Resuelto el tema reservas, se podría pensar en un esquema para ir eliminando las LEBACS sin generar presiones inflacionarias. Por otra parte, al no haber LEBACS a las tasas altísimas que tenemos hoy (la licitación del martes 15/05/18 cerró con tasas del 40% TNA), habrá mayor incentivo para redireccionar esos fondos a inversiones genuinas.

Nuestra nación ha sabido capear varios temporales y siempre se ha vuelto a poner de pie. Esta vez no será la excepción si se adoptan las medidas adecuadas y se implementa un plan a largo plazo que tenga continuidad durante varios gobiernos. Casos de éxito en este sentido hay varios.

Esperemos podamos replicarlos.

(*) José Maximiliano Marcantoni es Magister en Dirección de Empresas (MBA) de UADE, licenciado en administración (UBA), convencido de la economía como herramienta resolutiva, consultor empresarial de QCC Consultores.